La
captura del padre Antonio López, conocido como el padre Toño causo un gran
revuelo a nivel nacional, no solo por lo que su figura representaba, sino
también por los catorce años de trabajo con pandilleros.
Ya
hemos escrito sobre este delicado tema y de los vínculos del padre con el
Ministerio de Seguridad, las investigaciones, los informes y conclusiones a las
que junto a Ricardo Perdomo ex ministro de Seguridad, ellos consolidaron.
Toño
siempre fue la espina en el proceso de la Tregua y las negociaciones directas
entre el círculo cercano al ex presidente Mauricio Funes, sus mediadores, los
militares y los líderes de las pandillas.
Es
importante precisar ahora que el padre Antonio fue sacado de circulación, la
extrañeza inmediata de las declaraciones del ex mandatario Mauricio Funes,
reiterando su desvinculación directa con las mafias pandilleriles de los
diferentes penales y sus socios directos tipificados como narcotraficantes y
crimen organizado mediante lo que ellos llamaron Tregua.
La
población salvadoreña debe de mantener muy presente que la crisis de violencia,
extorsiones, asesinatos, evacuación forzada de ciudadanos de sus lugares de
residencia en barrios y colonias, etc., hoy por hoy, obedece a una
proliferación que se potenció por ambiciones personales y de grupo, que giraron
desde CAPRES y Mauricio Funes.
De
forma constante el padre Antonio representaba para el exministro Ricardo
Perdomo un asidero de confianza, en lo que él ya había detectado como director
del organismo de inteligencia, es decir, las estructuras del narcotráfico. Para
Perdomo era importante confiar en alguien que con su trabajo profesional
pudiera generar cambios positivos en los grupos que se movían dentro de las
pandillas. Esto incluía el revertir la venta de armas, narco menudeo, poder
territorial de las maras y narcos, y minimizar una ampliación de las
extorsiones, que hasta el día de hoy es parte de nuestra dolorosa realidad.
Dentro
del ministerio de Seguridad y casa presidencial existió un grave conflicto de
intereses en donde el ex presidente, los mediadores y los militares luchaban
por hacerle creer a la comunidad internacional y a la sociedad salvadoreña, que
la reducción de asesinatos era real y que debido a ellos urgía se aprobasen
préstamos para construcción de penales, brazaletes electrónicos, granjas
agrícolas entre otros programas de fachada. La misión era sacar millones de
dólares al igual que como se había hecho con la presa El Chaparral y la CEL
misma.
En
las negociaciones que se conocían muy bien en el perímetro de Perdomo y el cura
Antonio, se fue acumulando información que confirmaba que los pandilleros
habían recibido dinero y muchos privilegios dentro de los diferentes centros
penales, a cambio de la reducción de homicidios. Las reuniones a medianoche
entre Raúl Mijango y los líderes de las diferentes pandillas como portavoz
directo de casa presidencial, daba a lugar el ingreso de celulares, chips,
drogas, alcohol, prostitutas entre otra clase de ilícitos.
En
una ocasión mediante la celebración del primer año de la Tregua, comprobamos en
uno de los penales, que los mediadores y sus asistentes no eran registrados al
entrar ni al salir y allí precisamente se encontraba una de las pruebas en
contra del proceso de la Tregua, poniendo de manifiesto al mismo Mauricio Funes,
quien giraba dichas órdenes con los mandos medios, entre directores de penales,
director de la PNC y el mismo ministerio de Seguridad, de brindarle esos
privilegios a los pandilleros.
Las
reuniones en CAPRES eran secretísimas y otras se hicieron en casas en donde la
figura de Mecafe e íntimo del ex presidente ponía a la disposición. Quienes
afinaban detalles en cada reunión eran los mismos amigos cercanos del ex
presidente: Los hermanos Cáceres, los militares a la cabeza como Francisco
Salinas, David Munguía Payes y Simón Alberto Molina Montoya, trasladando a Raúl
Mijango las decisiones que se tomaban para su respectivo seguimiento del plan.
La
inteligencia del estado (OIE), los del FMLN por orden de José Luis Merino y del
Estado Mayor de la FAES, acechaban las reuniones entre Ricardo Perdomo y el
padre Toño. Cualquier otra reunión entre
personajes de peso internacional con el párroco de Mejicanos, también era
espiada por estas estructuras, incluyendo fotografías que luego iba a parar al
despacho presidencial y a manos del dirigente efemelenista conocido como Ramiro.
Los
desafíos y señalamientos constantes de Toño desde cualquier trinchera mediática
incomodaban al ejecutivo y de esa forma se llegó a la conclusión que había que
meterse con la vida íntima del sacerdote, incluyendo a su familia que desde
España le visitaba.
En
enero de este año Ricardo Perdomo mediante operaciones de seguimiento a través
de un grupo de su confianza y financiados por fondos propios del ministerio que
representaba, lograron identificar a toda la estructura que asistía a
pandilleros con armas, ilícitos en los penales, su entrenamiento y logística
operacional dentro y fuera del país. En decisiones trascendentales Toño y
Perdomo bloquearon a Astor Escalante como una carta que Elías Antonio Saca y
Mauricio Funes querían ubicar como director de Centros Penales en ese entonces.
Con Escalante en la dirección de los penales las operaciones perversas serían
mucho más rentables.
Además
el padre Toño forzó junto a Ricardo el despido de directores de centros penales
y custodios que eran usados para ingresar droga, chips y teléfonos y hasta
tabletas y computadoras. Por supuesto esto no caía en gracia a las mafias.
Parte
de la pandilla 18 denominada los revolucionarios comandada por el Viejo Lin, a
cambio de canjes con el padre Toño, le daban información de ubicaciones de
cementerios clandestinos, operaciones del narco menudeo con las otras pandillas
y gobierno, además del accionar de los rivales. Raúl Mijango odiaba a muerte al
religioso porque el dinero y los frutos de la Tregua se le venían abajo y esto
por supuesto molestaba a los militares que continuaban enriqueciéndose y al
mismo Mauricio Funes.
El
FMLN era informado a través de las estructuras de espionaje de lo que pasaba
dentro de las esferas de casa presidencial y reiteraban la incomodidad que
estaba representando el líder de la iglesia en Mejicanos. El padre Toño llego
en su máximo momento a atentar de forma indirecta contra las estrategias
electorales del partido de izquierda y de continuar por esa vía, podían
esperarse los alzamientos ciudadanos, porque la desconfianza crecía sobre Munguía
Payes ministro del anterior y nuevo gobierno, siendo cada vez más los
señalamientos como proveedores directos de las armas de uso privativo de la
FAES, hacia las pandillas y el narcotráfico regional.
En
una reunión las estructuras afectadas acordaron proceder contra la figura del
sacerdote español y tenían las condiciones para hacerlo. Arena perdía las
elecciones, el FMLN controlaría de forma más directa la mayoría de
instituciones y fue entonces que Ricardo Perdomo canjeo el cúmulo de
información por un puesto en la Súper Intendencia del Sistema Financiero. De
forma personal Perdomo entrego a Sánchez Cerén un organigrama de todas las
personas que integraban el narco regional incluyendo las operaciones conjuntas
con las pandillas. Dicho documento quedó en total reserva por el gran peligro
político que representaba para el FMLN, pero se garantizaba que los militares y
mandos de la PNC que aparecían como vínculos directos de las mafias, no
saldrían a la luz pública incluyendo al mismo ex presidente Funes.
El
padre Antonio con todo lo que sabía, quedaba representando un grave peligro
político para estos grupos y echaron andar la información que habían logrado
conseguir contra él. De una forma sigilosa penetraron la indignación del fiscal,
proveyéndole la información de la vida personal e íntima del religioso y
tocaron con ello la sensibilidad moral del fiscal Luis Martínez. El fiscal al
escuchar de primera mano las escuchas que comprobaban los vínculos de algunos
líderes pandilleriles con el padre Toño y los beneficios o canjes que bajo la
obligatoriedad se tuvo que hacer, procedió a una investigación más profunda,
llegando al proceso judicial con el respectivo destierro y con una negociación
directa entre iglesia católica, la embajada de España y Fiscalía. Toño debería
de salir hacia su país y comprometerse a no brindar ninguna valoración
mediática.
El
fiscal actuó apegado a la ley, pero esas mafias necesitaban respirar por el
acoso de la fiscalía con la venta de armas, la información recogida en una
computadora en un penal que claramente implicaba a los militares y al mismo
Mauricio Funes, las negociaciones entre carteles con las mismas figuras como el
caso de miembros de los Perrones y castrenses en reuniones privadas, el apoyo,
encubrimiento y protección de cargamentos de droga por jefaturas de la PNC,
entre otros vínculos que por hoy parecen intocables para la seguridad que tanto
necesita nuestro país. En fin, con estrategias bien montadas estos grupos oscuros
han logrado detener el avance de investigaciones que les cerraban las
posibilidades de reagruparse y encontrar salidas políticas para blindarse y
protegerse desde el poder político partidario. La batalla no ha terminado y
urge que el fiscal general retome de una forma más estratégica el plan trazado
de desarticular a estas bandas criminales, que desde sus puestos como
funcionarios, negocian la vida de las familias salvadoreñas.
Las
pandillas continúan operando con la misma libertad desde los diferentes centros
de reclusión, porque mediante la Tregua adquirieron un poder capaz de mantener
hincado al actual gobierno y a la sociedad salvadoreña y esto no es premisa
para el ejecutivo, porque la imagen partidaria y mantenerse en el poder
político del estado, es mucho más importante.
Cada
salvadoreño solo posee el poder del voto electoral porque no hemos podido pasar
de la representación a la participación. Aun con esta desventaja es importante
dejar a un lado los pasionismos ideológicos y escoger lo que más nos conviene
como país y como familia. Podemos pero no debemos de brindarle a ningún partido
la continuidad y la protección de políticos y funcionarios perversos y
corruptos, mucho menos que bajo ropajes de engaño y mentira nos hundan más en
este descalabro socio económico. Si hablamos de Francisco Flores también
hablemos de Antonio Saca y Mauricio Funes, eso es moral, eso es ético, eso es
justicia, eso es de principios.